Publicado el 30 Sep 2025. Leer este artículo te llevará menos de 10 minutos
La energía solar ha cambiado la forma en la que los hogares y las empresas entienden su consumo eléctrico. Cada vez más personas apuestan por el autoconsumo como alternativa a la dependencia total de la red eléctrica. Pero cuando alguien da el primer paso y empieza a informarse, se encuentra con diferentes tipos de autoconsumo: individual, colectivo, con excedentes, sin excedentes, aislado… y la confusión es lógica.
Este artículo es una guía clara para entender qué significa cada modalidad, cómo funciona, qué ventajas tiene y, sobre todo, cuál puede ser la más adecuada en cada caso. Porque no todos los hogares ni todas las empresas tienen las mismas necesidades, ni todos los tejados permiten el mismo tipo de instalación.
Antes de entrar en las diferencias, conviene recordar qué significa el concepto de autoconsumo. Básicamente es generar tu propia electricidad, normalmente a través de paneles solares fotovoltaicos o aerotermia, y consumirla directamente en tu vivienda, comunidad o empresa. La clave está en que reduces lo que compras a la red y, en muchos casos, incluso puedes verter el sobrante para recibir una compensación en tu factura.
El autoconsumo no significa necesariamente desconectarse de la red. De hecho, la gran mayoría de instalaciones en España están conectadas y combinan producción propia con consumo de la red en determinados momentos, como por la noche o en días nublados. Pero la proporción de energía que obtienes del sol frente a la red es lo que marca la diferencia en tu factura y en tu huella ambiental.
El autoconsumo con excedentes es el más popular en España. En este modelo, los paneles generan electricidad durante el día. Una parte se consume directamente y la energía sobrante se vierte a la red. A cambio, la comercializadora te compensa en la factura con un descuento.
La ventaja principal es que aprovechas toda la energía que produces: si no la consumes tú, alguien más lo hará a través de la red, y ese excedente te genera un ahorro adicional. Eso sí, hay que matizar que la compensación no equivale al precio que pagas por la electricidad que consumes: suele estar entre 0,05 y 0,10 €/kWh, frente a los 0,15–0,25 €/kWh de compra.
Para la mayoría de hogares y pymes es la opción más recomendable, porque combina autoconsumo directo con ese “extra” de ahorro gracias a los excedentes. Es la manera más equilibrada de amortizar la instalación sin necesidad de baterías.
El autoconsumo sin excedentes implica instalar un sistema antivertido que impide que la electricidad sobrante se vierta a la red. En este modelo, la energía solar solo se consume dentro de la vivienda o la empresa, y lo que no se utiliza simplemente se suele almacenar en baterías.
Esta es la opción más rentable para viviendas unifamiliares. ¿Por qué? Tu comercializadora tiene marcados los precios más bajos en las horas pico de nuestros paneles solares, pagando nuestro excedente al precio más bajo. Y subiendo casi al triple en las horas de menor producción solar, teniendo un mayor coste a la hora de comprar esa electricidad. Con las baterías solares físicas tú eres el dueño de la energía que produces. Tú eliges en qué momento almacenar tu batería y cuál es el momento que más te conviene para utilizar en los consumos de tu vivienda.
Hablemos de cifras para verlo más claro: Si estás pagando 0,20 €/kWh en tu tarifa, tu comercializadora paga los excedentes a 0,14 €/kWh que te pagarían si lo volcaras a la red frente a los 0,20 €/kWh que ahorrarías al almacenarlo en una batería de solar.
Este tipo de autoconsumo es especialmente útil en instalaciones donde el titular no quiere o no puede legalizar la compensación de excedentes, o en proyectos donde se prefiere simplificar trámites administrativos. También puede ser útil en instalaciones industriales con consumos muy altos en horario solar, donde prácticamente toda la producción se aprovecha internamente.
El autoconsumo aislado es el que no tiene conexión a la red eléctrica. Aquí el usuario depende al 100 % de lo que generan sus paneles solares y, normalmente, de baterías que almacenan la energía para usarla de noche o en días sin sol.
Este tipo de autoconsumo tiene mucho sentido en viviendas rurales o en ubicaciones donde no hay red eléctrica disponible. La autonomía es total, pero también lo son las exigencias: el sistema debe estar muy bien dimensionado, contar con almacenamiento suficiente y, en la mayoría de los casos, con generadores auxiliares de respaldo (como un generador diésel).
En entornos urbanos, el autoconsumo aislado no es recomendable porque implica desconectarse de la red y asumir todos los riesgos de suministro.
Cuando hablamos de autoconsumo individual, nos referimos a instalaciones pensadas para un solo consumidor. Puede ser una vivienda unifamiliar, una nave industrial o incluso un local comercial. En este caso, la instalación está dimensionada en función de los hábitos de consumo de ese usuario concreto.
Es el modelo más sencillo y el que se ha implantado mayoritariamente. El autoconsumo individual puede ser con o sin excedentes, según se decida. Para quienes buscan reducir su factura y tener un control total sobre su energía, es una solución práctica y directa.
El autoconsumo colectivo es una de las grandes revoluciones de los últimos años. Se trata de una instalación compartida por varios usuarios, que puede estar ubicada en el tejado de un edificio, en una parcela común o incluso en un punto cercano.
Cada participante recibe una parte proporcional de la energía generada, en función del acuerdo firmado. Esto permite que vecinos de un mismo bloque o incluso varias viviendas próximas compartan una instalación fotovoltaica y disfruten de sus beneficios.
El reto aquí está en la coordinación y en el reparto, pero con la normativa actual y los sistemas de monitorización digital, se ha convertido en una opción cada vez más accesible.
Para verlo de forma clara, pensemos en la diferencia práctica:
En un hogar medio, el modelo con excedentes suele ser el más rentable si no puedes invertir en una batería. Permite autoconsumir buena parte de la energía durante el día y recibir compensación por lo que sobra. Además, con la posibilidad de añadir baterías en el futuro, el ahorro se maximiza.
Para empresas con alto consumo en horario laboral, el modelo sin excedentes también puede ser interesante: toda la producción se aprovecha internamente y el antivertido evita trámites. Eso sí, si el consumo no es tan elevado, conviene optar por excedentes para rentabilizar mejor la inversión.
El autoconsumo colectivo, por su parte, está llamado a crecer en entornos urbanos, donde no todas las viviendas tienen acceso directo a un tejado. Es una fórmula justa, sostenible y que democratiza el acceso a la energía solar.
Sea cual sea el tipo de autoconsumo elegido, es esencial que la instalación esté legalizada conforme al Reglamento Electrotécnico y registrada ante la distribuidora. Solo así podrás acceder a la compensación de excedentes y a las ayudas públicas.
Además, el autoconsumo no termina con la instalación. Para asegurar el rendimiento a lo largo de los años es necesario un mantenimiento para placas solares profesional, con revisiones periódicas, monitorización remota y limpieza de los paneles cuando lo requiera. En SotySolar, por ejemplo, ofrecemos servicios de mantenimiento y garantía que prolongan la vida útil de la instalación y aseguran que funcione siempre al 100 %.
Conocer los tipos de autoconsumo es fundamental para tomar decisiones informadas. No todos los modelos son iguales ni sirven para todos los casos. Lo importante es analizar el perfil de consumo, la ubicación y las expectativas de cada hogar o empresa.
Si buscas reducir la factura, ganar autonomía y contribuir a la sostenibilidad, el autoconsumo con excedentes es la apuesta más equilibrada. Si quieres simplificar trámites, el sin excedentes puede ser válido. Y si tu vivienda está aislada, tendrás que pensar en un sistema independiente con baterías.
Lo que está claro es que el autoconsumo ha dejado de ser una tendencia para convertirse en una realidad consolidada. Sea cual sea el tipo que elijas, lo más importante es hacerlo con una empresa de confianza que te asesore, te acompañe en la legalización y garantice el rendimiento de tu instalación.
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Elena Fernández
Marketing Copywriter
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