Publicado el 25 Aug 2025. Leer este artículo te llevará menos de 7 minutos
Cuando pensamos en la energía solar, lo primero que viene a la mente es la imagen de unos paneles perfectamente alineados en el tejado, captando los rayos del sol y generando energía verde y limpia. Pero lo que muchas veces no cuentan es que la eficiencia de esos paneles depende en gran medida de la posición del sol en cada momento del día y del año.
Los paneles solares generan más electricidad cuando los rayos inciden de manera perpendicular sobre su superficie. El problema es que el sol no se queda quieto: se mueve de este a oeste a lo largo del día y cambia su inclinación según la estación. Aquí entra en juego una idea clave: seguir la ruta del sol para maximizar la eficiencia de la instalación.
El Sol describe un recorrido diferente cada día, dependiendo de la latitud, la época del año y la hora. En verano se encuentra más alto en el cielo y sus rayos inciden con un ángulo mayor, mientras que en invierno el sol se desplaza más bajo y los paneles reciben la radiación de manera más oblicua.
Este simple hecho puede marcar la diferencia. A pesar de haber definido una orientación para los paneles solares sur y una inclinación adecuada, durante las primeras horas de la mañana y al final de la tarde, por ejemplo, su rendimiento baja. Lo mismo ocurre en los meses fríos, cuando la trayectoria del sol está más inclinada.
Seguir la ruta del sol consiste en ajustar la posición de los paneles solares para que estén siempre lo más perpendiculares posible a los rayos solares. Esto se puede lograr de varias formas:
La pregunta que todos se hacen es: ¿realmente compensa? Aquí queremos ser claros: la respuesta corta es no, en instalaciones domésticas normalmente no compensa.
Ajustando manualmente la inclinación dos veces al año, en verano e invierno, se puede recuperar hasta un 10 % de energía adicional.
Con un seguidor solar automático de un eje, que sigue el sol de este a oeste durante el día, el aumento de producción puede ser de entre un 20 %. Si el seguidor es de doble eje, es decir, que también ajusta la altura solar, la mejora alcanza hasta un 40 % en algunos casos.
Pero hay que considerar el coste: los seguidores son caros, requieren mantenimiento y en muchos casos, el aumento de producción no justifica la inversión en una vivienda. Para un hogar promedio, la diferencia en ahorro suele ser modesta, mientras que los sistemas fijos bien orientados siguen siendo muy eficientes y mucho más simples de gestionar.
No todas las regiones se benefician igual de seguir la ruta del sol. En zonas cercanas al ecuador, donde el sol está casi siempre en posición elevada, la diferencia entre un sistema fijo y un seguidor es mínima. En cambio, en latitudes medias como España, donde el sol cambia mucho de altura entre invierno y verano, la mejora existe, pero sigue siendo limitada para una instalación doméstica.
El clima también influye. En áreas con muchas horas de sol despejado, un seguidor solar saca todo su potencial. En zonas muy nubladas, como es el caso de Galicia o Asturias, el beneficio es menor.
En instalaciones grandes, como parques solares, los trackers son habituales porque el aumento de producción justifica la inversión. Pero en instalaciones domésticas nosotros no los recomendamos.
La inversión y el mantenimiento extra rara vez compensan el aumento de producción. Para la mayoría de hogares, un panel fijo bien diseñado, acompañado de ajustes simples y hábitos de consumo inteligentes, es la opción más práctica y rentable.
El objetivo de instalar placas solares es ahorrar y amortizar la inversión. Si una instalación fija tarda en amortizarse unos 5 o 3 años, según el tipo de subvenciones del que te hayas beneficiado, con un sistema de seguimiento ese plazo puede reducirse de 1 a 2 años dependiendo de los excedentes compensados y del coste inicial del tracker.
Eso sí, no hay que olvidar que el seguidor añade más componentes mecánicos y, por tanto, algo más de mantenimiento. Por eso, en viviendas urbanas suele primar la simplicidad de una instalación fija.
Hoy en día, los sistemas de monitorización y la domótica permiten que incluso los paneles fijos se gestionen mejor. La clave está en combinar la orientación con hábitos inteligentes de consumo. Por ejemplo, programar los electrodomésticos durante las horas de máxima generación o usar enchufes inteligentes para que el consumo coincida con la producción solar.
A futuro, la tendencia es que los sistemas fotovoltaicos integren algoritmos que optimicen automáticamente la orientación e inclinación, ajustando los parámetros de la instalación a cada momento del año sin que el usuario tenga que preocuparse.
La ruta del sol puede aumentar la eficiencia, sí, pero en instalaciones domésticas no merece la pena. Lo más recomendable es una instalación fija bien orientada y un uso inteligente de la energía. Con esto, se logra un sistema eficiente, rentable y sencillo, sin complicaciones ni costes extra innecesarios.
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Seguir la ruta del sol consiste en ajustar la posición de los paneles solares para que estén siempre lo más perpendiculares posible a los rayos solares. Esto puede lograrse con una orientación fija optimizada hacia el sur, ajustes manuales periódicos en invierno y verano o mediante seguidores solares automáticos.
Con ajustes manuales de inclinación dos veces al año se puede recuperar hasta un 10 % de energía adicional. Con un seguidor de un eje, el aumento puede rondar el 20 %, mientras que con un seguidor de doble eje puede llegar hasta un 40 %. Sin embargo, estos beneficios suelen no compensar la inversión en instalaciones domésticas.
En la mayoría de los hogares no. Aunque los seguidores son útiles en grandes parques solares, en instalaciones domésticas la inversión y el mantenimiento adicional rara vez compensan. Un sistema fijo bien orientado suele ser más rentable, sencillo y eficiente para viviendas particulares.
En zonas cercanas al ecuador, donde el sol siempre está alto, la diferencia entre un sistema fijo y uno con seguimiento es mínima. En latitudes medias como España la mejora existe, pero sigue siendo limitada en instalaciones domésticas. En climas soleados el seguidor aprovecha mejor su potencial, mientras que en regiones muy nubladas el beneficio es bajo.
Un sistema fijo puede amortizarse en unos 3 a 5 años, dependiendo de las subvenciones. Con un seguidor solar, el plazo podría reducirse 1 o 2 años, pero el coste inicial y el mantenimiento extra suelen hacer que no sea la opción más recomendable en viviendas urbanas.
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