Publicado el 08 Oct 2025. Leer este artículo te llevará menos de 10 minutos
La aerotermia se ha consolidado como una de las tecnologías más eficientes y sostenibles para la climatización del hogar y la producción de agua caliente sanitaria (ACS). Su capacidad para extraer energía del aire exterior y transformarla en calor útil la convierte en una alternativa ideal frente a sistemas tradicionales de gas o gasóleo.
Sin embargo, una duda habitual entre los usuarios que viven en regiones con inviernos duros es si la aerotermia funciona correctamente cuando las temperaturas bajan mucho. ¿Pierde eficiencia? ¿Se congela el equipo? ¿Vale la pena en zonas frías?
La respuesta es que sí funciona, y cada vez mejor. La tecnología ha avanzado lo suficiente para mantener un rendimiento estable incluso con temperaturas exteriores por debajo de los 0 °C. Lo importante es elegir el sistema adecuado y diseñar la instalación correctamente.
El principio básico de una bomba de calor es extraer energía del aire exterior y transferirla al circuito interior de calefacción. Cuanto más baja sea la temperatura del aire, menos energía disponible hay y mayor esfuerzo realiza el compresor para alcanzar la temperatura de impulsión deseada.
Esto puede provocar una ligera reducción del SCOP (Coeficiente de Eficiencia Estacional). En climas templados, una instalación bien diseñada puede alcanzar un SCOP medio de 4, lo que significa que por cada 1 kWh eléctrico consumido genera 4 kWh térmicos. En cambio, en zonas con temperaturas bajo cero, este valor puede bajar a entre 2,5 y 3,5.
Aun así, la aerotermia sigue siendo mucho más eficiente que un sistema eléctrico directo o una caldera de gasóleo, que apenas alcanzan un rendimiento del 90–95 %. Incluso a –10 °C, una bomba de calor moderna puede seguir ofreciendo un ahorro del 40–60 % en comparación con sistemas convencionales.
Los fabricantes han desarrollado soluciones específicas para garantizar que la aerotermia funcione de forma eficiente incluso en climas adversos, este es uno de los motivos por los cuales escoger marcas de calidad también marcará la diferencia en tu instalación. Las soluciones más destacadas son:
Esta tecnología utiliza dos circuitos de refrigerante que trabajan de forma conjunta para alcanzar temperaturas más altas sin sobrecargar el compresor.
Gracias a ello, se puede mantener la producción de calefacción y ACS a impulsiones de hasta 70 °C, incluso cuando el aire exterior está a –15 °C. Es una solución muy utilizada en viviendas de montaña o en zonas del interior peninsular.
El tipo de gas refrigerante tiene un papel clave en el rendimiento de la bomba de calor. Los nuevos gases como el R-32 o el R-290 (propano) ofrecen un mejor comportamiento térmico en climas fríos y son más respetuosos con el medio ambiente.
Además, permiten alcanzar temperaturas de impulsión más altas con menos consumo energético, lo que resulta especialmente útil cuando se conservan radiadores tradicionales.
En regiones donde las temperaturas pueden bajar de forma prolongada por debajo de los –10 °C, una opción muy eficiente es la aerotermia híbrida, que combina la bomba de calor con una caldera de gas o biomasa.
El sistema decide de forma automática qué fuente de energía usar según la temperatura exterior, garantizando siempre confort térmico y optimizando el consumo eléctrico.
Los sistemas de control avanzados permiten anticiparse a los picos de frío, activando el compresor antes de que las condiciones sean extremas o programando el funcionamiento en las horas más favorables.
También pueden integrarse con sensores meteorológicos o sistemas domóticos para gestionar la energía de forma predictiva y maximizar el ahorro.
En climas muy fríos, la eficiencia no depende solo del modelo de bomba de calor, sino también del diseño global de la instalación y de las condiciones de la vivienda.
Un buen aislamiento es la base del rendimiento. Las pérdidas térmicas pueden reducir la eficiencia hasta en un 30 %. Reforzar paredes, techos y ventanas permite mantener el calor y reducir la demanda energética.
En zonas de frío extremo, conviene realizar un ligero sobredimensionado del sistema para que no trabaje siempre al límite. Esto mejora el rendimiento estacional y prolonga la vida útil del compresor.
Has llegado al lugar adecuado, esta es su experiencia con la aerotermia.
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Los suelos radiantes y fancoils son los emisores más adecuados, ya que pueden funcionar con agua a 35–45 °C. Cuanto más baja sea la temperatura de impulsión, mayor será la eficiencia.
En caso de usar radiadores, se recomienda que sean de baja temperatura o sobredimensionados.
La unidad exterior debe instalarse en un lugar bien ventilado pero protegido del viento directo y de la acumulación de nieve o hielo.
En algunos casos, se añaden techados o soportes elevados para evitar bloqueos del ventilador.
No. Incluso en los inviernos más duros, la aerotermia sigue siendo más eficiente y sostenible que la mayoría de los sistemas tradicionales.
La clave está en elegir una bomba de calor adaptada al clima, bien dimensionada y con un diseño térmico adecuado.
Además, si se combina con autoconsumo fotovoltaico, el ahorro puede dispararse. Durante las horas de sol, la bomba de calor puede aprovechar la energía gratuita de los paneles para precalentar el agua del circuito o del depósito de ACS, reduciendo aún más el consumo de red.
Sí, la aerotermia sigue funcionando perfectamente incluso con temperaturas exteriores muy bajas, aunque el rendimiento puede variar ligeramente.
Las bombas de calor actuales están diseñadas para operar en condiciones extremas, y muchas mantienen su funcionamiento estable hasta –20 °C. En estos casos, el compresor trabaja más tiempo o a mayor potencia, lo que reduce un poco la eficiencia, pero sigue siendo mucho más rentable que una caldera eléctrica o de gasóleo.
Por ejemplo, una aerotermia moderna con tecnología inverter puede seguir generando agua caliente a 50–60 °C con temperaturas exteriores de –10 °C, gracias a mejoras como la inyección de vapor flash, los intercambiadores sobredimensionados y el uso de refrigerantes de nueva generación (como el R-32 o el R-290).
Además, mediante una buena estrategia de control (como precalentar antes de las horas más frías) se pueden minimizar los picos de consumo y mantener el confort sin sobrecostes.
En climas fríos, no todas las bombas de calor ofrecen el mismo rendimiento. Los modelos de gama alta diseñados específicamente para bajas temperaturas son los más adecuados, especialmente aquellos con:
Un detalle importante: el éxito no depende solo del modelo, sino también de su dimensionado y configuración. En zonas de montaña o interiores peninsulares, un equipo sobredimensionado en torno a un 10–15 % puede garantizar mayor estabilidad térmica sin penalizar el consumo.
Sí, y de hecho, es una de las combinaciones más eficientes y rentables para hogares situados en zonas frías. Aunque en invierno los días son más cortos, las horas de sol disponibles pueden aprovecharse al máximo para alimentar la bomba de calor durante las horas centrales del día.
Un sistema bien configurado puede:
Cuando además se añade una pequeña batería doméstica o un sistema de gestión energética inteligente, el ahorro puede superar el 70 % del gasto en calefacción anual.
En resumen: sí, la aerotermia y la fotovoltaica se entienden a la perfección, y su sinergia es aún más evidente en climas fríos, donde el consumo energético es mayor y la rentabilidad de cada kWh solar aumenta.
La aerotermia sí funciona en climas fríos, y la tecnología actual lo demuestra cada invierno. Los sistemas modernos con refrigerantes de nueva generación, compresión en cascada y control inteligente mantienen la eficiencia incluso en temperaturas bajo cero.
Planificar la instalación correctamente, mejorar el aislamiento y escoger el equipo adecuado son los pasos clave para disfrutar de calefacción y agua caliente con un consumo muy reducido.
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